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Psicología y psicólogos en Bogota Psicología Familiar | Fundanita

Carrera 70D # 48A - 78

Bogotá D.C - Colombia

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Mi experiencia con el Covid-19 y recomendaciones

1. Mantenerse razonablemente informado/a y tranquilo/a, pero prevenido/a

Desde el principio de la pandemia decidí dejar de ver noticias por el constante bombardeo y saturación de información al respecto: estadísticas, contagios, síntomas, muertes, tragedia individual, familiar, social, mundial; traté de manejar mis emociones respecto a la situación sin entrar en pánico, pero siempre muy cuidadoso y disciplinado con los protocolos de bioseguridad para la prevención del contagio.

Soy psicólogo y terapeuta, iniciando el 2020 y la pandemia comencé a trabajar en procesos con muchas personas que tenían el virus, muchos de ellos desde su confinamiento a través de citas virtuales, muchos otros después de ya haberlo superado, muchos sintomáticos y muchos asintomáticos, a todos apoyándolos desde mi profesión para enfrentar esa situación y otras en cada caso particular, consciente de que en cualquier momento podría llegar mi turno o el de alguien en mi familia. Me di cuenta de la importancia de la tranquilidad y la concentración para hacerle frente a toda esta coyuntura.

2. No hay que dudar, ante cualquier síntoma aislarse

Me contagié de Covid-19 el día martes 15 de Diciembre de 2020, en la mañana, por un pequeño descuido al quitarme el tapabocas para tomar café en mi consultorio, donde había alguien más estornudando (ese alguien tenía tapabocas, pero se le notaba incómodo, suelto); ése mismo día sentí cómo comenzaron los primeros síntomas de una gripa aparentemente normal, casi inmediatamente, comenzó como comúnmente suele ocurrir: abundante mucosidad nasal, molestia en la garganta y malestar general leve, algo aparentemente inofensivo; tenía una gran confrontación en mi interior, entre incertidumbre sobre lo que tenía y el sentido de la ética y responsabilidad frente a un posible aislamiento para no aumentar la cadena de contagio. Ese primer día dudé, dudé y dudé, no sabía qué hacer; aun así, decidí comenzar mi aislamiento al día siguiente, cada vez más los síntomas iban incrementándose en intensidad y sumándose nuevos.
Si la persona que me contagió no hubiera dudado, quizá se hubiera aislado ante los primeros síntomas de su malestar y mi contagio se hubiera podido evitar.

3. Monitorear los síntomas, entre ellos la saturación de oxígeno

Ya aislado en casa comencé a tener fiebre, dolor de cabeza permanente, fatiga, malestar general mucho más pronunciado. Yo no perdí el sentido del gusto, toda la comida tuvo el mismo sabor de siempre.

Era evidente para mí que mi cuerpo estaba experimentando algo que no le había ocurrido antes, repetía en mi interior que era el virus de la pandemia, aunque todavía no lo había confirmado. El día 21 decidí hacerme una prueba RT-PCR particular para saber pronto qué era lo que tenía, al día siguiente me estaban confirmando que efectivamente era positivo para Coronavirus SARS COV2 (Covid-19). Confirmé y siguió mi aislamiento y el autocuidado.

Así pasé todos esos días hasta el 24 de diciembre, solo, confinado en el apartamento, consciente de tener que cuidarme y tener que prevenir el contagio a otros. Esperé despierto a la media noche para conversar con mi familia y amigos, deseándonos entre todos una feliz navidad en la distancia, todos pendientes de mi por el deteriorado estado de salud en el que me encontraba. Esa noche y madrugada no logré conciliar el sueño, la fiebre y el dolor de cabeza ya muy intensos no disminuían, por recomendación comencé a medir mi saturación de oxígeno y arrojaba medidas entre 75% y 70% de oxígeno en mi sangre, me decían que eso era preocupante, un caso de hipoxia grave cuando es por debajo del 85%.

El 26 de diciembre decidí ir a urgencias por este síntoma respiratorio y porque con los demás síntomas que experimentaba ya no tenía control, decidieron dejarme hospitalizado con oxígeno permanente. Pasé momentos de incertidumbre, ansiedad, temor, viendo otros casos de Covid-19 más delicados, personas mayores, personas más jóvenes, todos y todas sufriendo por el virus y sus síntomas, quejas permanentes, solicitudes desesperadas de ayuda al cuerpo médico y decisiones difíciles por parte del personal de ayuda como entubar pacientes y notificar a sus familias por celular. Mi mayor pensamiento en esos momentos: Mariana, mi hija de diez años. Mi diagnóstico: SARS COV2 (Covid-19) positivo y neumonía agravada por Covid-19.

4. Mantener los hábitos de vida saludable

Además de los síntomas por los que estaba hospitalizado, comencé a notar cambios en mi cuerpo, a raíz de la disminución de actividad física, consumir menos alimentos por falta de apetito y permanecer bastante tiempo en cama, comencé a sentirme más débil, sin fuerza, cansado. Escuchando otras experiencias y las recomendaciones profesionales, descubrí que no es recomendable postrarse en una cama, dejar de alimentarse, dejar de moverse, dejar de expresar las emociones. Consciente de esto traté de no dejarme arrastrar por la debilidad y me esforcé por mantener, hasta donde podía, los hábitos de vida saludable: una alimentación adecuada, hidratación permanente, descanso adecuado, actividad física prudente, expresión de las emociones y pensamientos, respiración y meditación.

5. Mantener comunicación permanente con familia, amigos y cuerpo médico

Así poco a poco, en el hospital, fui lidiando con todos los síntomas que me aquejaban, afortunadamente no fue más grave como para necesitar una unidad de cuidado intensivo, se controló. Me di cuenta que es indispensable comunicar al personal de ayuda lo que estaba sintiendo físicamente para que me pudieran ayudar, y emocionalmente a mi familia y amigos para lograr tener una apropiada contención y desfogue emocional, aunque había momentos en que la debilidad, cansancio, dolor de cabeza no me permitían acercarme al celular para tener contacto con el exterior y con mi red de apoyo, así lamentablemente me distancié de algunas personas, a quien ofrezco disculpas y me excuso en los difíciles momentos por los que estaba pasando. El apoyo fue y es indispensable.

6. Seguir las indicaciones de los que saben

Escuché muchas cosas de casi todos mis conocidos: remedios, medicamentos, actividades, estrategias, recomendaciones; pero decidí concentrarme en lo que me decía el cuerpo médico y aunque por momentos la debilidad, incomodidad, dolor y cansancio eran muy fuertes, hice el esfuerzo por seguir al pie de la letra todas las indicaciones de doctores, enfermeras, terapeutas respiratorios y demás profesionales que me estaban ayudando. Descubrí lo difícil e incómodo que puede llegar a ser permanecer todo el tiempo boca abajo para poder respirar mejor y que los pulmones no tengan presión. Así, enfrentando el malestar y los retos de cada día a la vez, pensando en poder retomar mi vida, especialmente pensando en Mariana, evadiendo todo pensamiento y sensación pesimista: atravesé esta prueba.
Luego de ir mejorando poco a poco en el hospital todos los demás síntomas, el 31 de diciembre 2020 me dieron salida con oxígeno domiciliario y la orden de mantener el confinamiento. Llegué a mi aislamiento a pasar esta vez la celebración de año nuevo. Llegué débil, bajé entre ocho y diez kilos de peso y perdí notoriamente masa muscular, pero ya me sentía mucho mejor, solo estaba necesitando todavía oxígeno permanente por mi baja saturación y recuperarme físicamente.

7. Disciplina

Creo que en cualquier proceso de recuperación, sanación, mejoría, rehabilitación, uno de los aspectos más importantes es la constancia, la disciplina con la que uno mantiene las adecuadas estrategias que se han escogido. Es una lucha constante entre el hábito de malestar y el hábito de bienestar, entre el cuidado y el descuido, se decide y se inclina constantemente la balanza hacia un lado o el otro. Decidí ser constante con el uso del oxígeno, con la terapia respiratoria, con los inhaladores prescritos, con mi alimentación, mi descanso, la expresión emocional a mi red de apoyo e ir retomando poco a poco mi actividad física.
Poco a poco mis pulmone fueron fortaleciéndose y progresivamente fui recuperando energía, ganas y dinamismo para ir retomando actividades de mi vida cotidiana.

8. Estructurar la actividad diaria y salir de la rutina

Ya sintiéndome bien en casa, casi de manera normal, mi deseo era retomar mis actividades laborales, familiares y sociales, como de costumbre. El problema acá no fue, para mí, estar y permanecer solo en aislamiento muchos días y en fechas especiales, el problema fue la rutina, el sentirse casi que encerrado, el casi que vivir el mismo día repetidas veces. Fue muy importante tener una estructura, una planeación diaria de actividades de cuidado personal, de limpieza y orden, de producción intelectual, de entretenimiento, pero también sentí muy importante y necesario el salir de esa rutina diaria ocasionalmente: innovar, hacer cosas diferentes, explorar, terminar los pendientes, sorprenderse.

9. No salir de casa hasta ser negativo en la prueba

Esas ganas de seguir con la vida de manera normal, como si nada estuviera pasando las considero muy peligrosas, entiendo la necesidad de tener la carga viral en cero para poder estar en contacto con otras personas y así prevenir la cadena de transmisión del virus. Éste es el mayor peligro con las personas que pasan el contagio siendo asintomáticos, pero teniendo la capacidad de esparcir el virus por donde estén. Es necesario por protección mutua, responsabilidad social, conciencia humana, que todos entendamos la importancia del aislamiento social ante la sospecha y/o confirmación de ser portador/a del virus, hasta que estemos completamente seguros de que ya no podremos contagiar a nadie más, así como el uso adecuado y estricto del tapabocas y mantener los protocolos de bioseguridad. Ya lo dice la sabiduría popular: ¡Hoy por ti, mañana por mí!

10. Aprender y crecer

¡Me gusta la idea de que no hay experiencias buenas o malas, sino experiencias! De todo podemos aprender y esta experiencia, además de lo que ya había aprendido a través de mis consultantes y toda la información que circula, me hace valorar mucho más mi salud, mi vida, a las personas que están a mi alrededor y me quieren, la importancia del presente, el aquí y el ahora. Me alegra volver a mi vida, a mis actividades, me alegra poder contarlo, escribirlo, espero éste nuevo año poder compartir con Mariana, con mi familia y con amigos muchos momentos, incluso el 24 y 31 de diciembre que me quedó pendiente. ¡Sigo aprendiendo a dar las gracias por la oportunidad de vivir!

Javier Bohórquez
Psicólogo Clínico
Máster en Terapia Familiar Sistémica
Supervisor "La Persona del Terapeuta"
Equipo FundAnita IPS

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