En mi experiencia como terapeuta, las relaciones conflictivas al interior de los diferentes subsistemas de la familia, conforman un gran porcentaje de los motivos de consulta en terapia. Entre estos conflictos se pueden encontrar aquellos caracterizados por patrones relacionales complementarios y simétricos, siendo este último el que se va a trabajar en el presente escrito; en este aspecto la palabra patrón se refiere a la repetición de un tipo de comunicación que prevalece o que se legitima en el tiempo. Ahora bien, cuando el subsistema conyugal consulta por este tipo de problemática, generalmente es porque la relación ha llegado a tal deterioro que pueden encontrarse en proceso de separación.
Desglosando este tipo de situaciones adversas, se puede observar como en su legitimación intervienen elementos importantes internos y externos, que la pareja no sabe o no se ha preocupado por manejar. Entre estos elementos encontramos a nivel interno la presencia de prejuicios, estereotipos, estilos de crianza y costumbres que hablan de la historia de vida individual, así como de los planes de vida que se tejen sobre esta base – el manejo de los conflictos internos emocionales, así como los significados que se tengan acerca de la inteligencia emocional y su importancia en la sana convivencia – el respeto de los valores sociales como la tolerancia y la solidaridad, que fortalecen las habilidades de la empatía, respeto y servicio a los demás; A parte de los elementos anteriormente mencionados, existe uno que pocos lo tienen en cuenta, pero que de acuerdo a mi experiencia es el que más prevalece en el mantenimiento del problema y corresponde a la capacidad o incapacidad de observar y solucionar el conflicto de una forma objetiva, asociativa y serena, poniendo en acción las capacidades intelectuales y reduciendo la presencia de ira e impulsividad en la resolución del mismo.
Por otro lado, se encuentran los elementos externos a la pareja como son la intromisión de familia extensa en los conflictos conyugales y la presencia de eventos estresantes normativos y no normativos. En este aspecto es importante aclarar que aunque no es responsabilidad de la pareja la aparición de estos elementos, si lo es el permeabilizar las fronteras y permitir que estos acontecimientos afecten de forma negativa las relaciones y no comprometerse en la solución de este problema.
Ahora bien, conociendo algunos de los factores, que de acuerdo a mi experiencia, sobresalen en el conflicto conyugal, se comienza a comprender algunos de los motivos de aparición y legitimación de este tipo de relaciones simétricas que caracterizan la comunicación entre la pareja. Si se compara este patrón relacional con un juego de Baloncesto, se podría decir que la pareja entra en una competencia en donde gana el que más cestas haga; aquí la palabra “cesta” corresponde al comportamiento verbal o no verbal que tiene uno de los miembros de la misma y que coloca en una posición de inferioridad al otro, comunicándole de forma análoga que estos elementos – mencionados con anterioridad – son más importantes que el otro y que por tanto, valen más.
Entonces la pareja comienza a jugar Baloncesto todo el tiempo que pueda, olvidándose de la verdadera importancia que tiene la persona del otro, olvidándose también de su historia como pareja y aquellos motivos y situaciones que los unieron pasaron a un segundo plano, porque ahora lo único que les interesa es ganar por cualquier medio y hacer sentir mal al otro. Es justo aquí, cuando la pareja ya ha jugado muchos juegos, que se interesan por buscar ayuda profesional de un psicólogo, como si este fuera el árbitro que nunca tuvieron y comienzan a armar el rompecabezas de sus vidas de nuevo.
Para no llegar a esta situación de campeonato, se sugiere que las parejas sean realmente sinceras consigo mismas, evidenciando desde un comienzo todos esos factores internos y externos que podrían llegar a afectar en algún momento su relación, debido a que el conocimiento de las mismas les facilita la tarea de entrar a esa unión con consciencia de cuales elementos puede aportar como persona, cuales tolerar y cuales trabajar como pareja. Otra sugerencia es la elaboración de un plan de vida conjunto, sin olvidar los proyectos individuales; la presencia de este plan coloca al sistema conyugal en la figura de equipo, pero esta vez no para competir, sino para unir fuerzas, en un gana – gana, para el logro de los objetivos que se han propuesto.
Como se ha podido observar durante todo el escrito, la falta de conocimiento de la pareja que se tiene al lado y la falta de reconocimiento de esta persona como el protagonista de su Historia de vida, con sus momentos buenos y malos, unido a la falta de tolerancia y respeto por el otro, desembocan en una trampa relacional de escalada, que en ocasiones, las parejas no pueden solucionar. Cuando se alcanza el reconocimiento de sí mismo y el reconocimiento del otro, la trampa relacional se desvela y justo en ese momento comienza una nueva Historia en pareja.
Juliana Andrea Leal Niño
Psicóloga y Terapeuta Invitada
